Tensiones y pulsaciones: Las investigación acción participativa transformando(nos)
Gerardo Alatorre Frenk
Karime León Sánchez
Luisa Paré Ouellet
Adny Alicia Celis Villalón
Nuestro agradecimiento a quienes participaron en el Grupo de Diálogo “Transformaciones” durante el IV Encuentro Internacional de Investigación Acción Participativa, y contribuyeron con experiencias e ideas valiosas para el presente artículo: Eréndira Garnica, Ernesto Escobar, Ernesto Gutiérrez Coatecatl, Ezequiel Félix Román, Gabriela García, Ixchel Bibiana Galicia, Jennifer Carolina Muete Eulegelo, Juan Pablo Saidiza, Laura Jarri, Loni Hensler, Lucero Guadalupe de la Cruz, Luis Ernesto Serrano, Mirna Ambrosio, Odette Alexia González, Rubén Darío Madrigal y Vivian Delfino Motta.
RESUMEN
Los procesos de investigación acción generan cambios de muy diversa índole en los actores implicados y en el entorno donde se desarrollan. En el IV EIIAP se compartieron experiencias muy diversas, desde intervenciones artísticas puntuales en el espacio público hasta proyectos multiactorales de varios años. Vimos que, casi siempre, los cambios conllevan fricciones; la búsqueda de equidad, justicia o sustentabilidad en nuestras regiones, en este momento histórico, modifica en mayor o menor grado la distribución del saber y del poder entre los actores en presencia.
La IAP moviliza energías sociales en defensa de la vida y los derechos individuales y colectivos; posiciona a determinados saberes y actores;
cuestiona, además del sistema sociopolítico y económico, los enfoques cientificistas disciplinarios; y suscita reacciones entre quienes pierden privilegios. Por otro lado, la IAP suele sacar a diversos actores de su zona de confort, pues implica establecer relaciones dialogales con un abanico amplio de saberes y de actores. Muchos cambios no se manifiestan de manera inmediata, y hay efectos no previstos. Los pequeños cambios cotidianos crean condiciones propicias para futuros cambios. Proyectos ideados en torno a una determinada temática pueden llevar a reconfiguraciones en otras esferas; salen a relucir interacciones entre diversas escalas y ámbitos, desde lo psico-afectivo y micro-político hasta la gestión y gobernanza de los territorios. La IAP, con una historia de más de medio siglo, sigue mostrando su potencia transformadora.
Palabras clave: Colaboración interactoral: Tensiones en la acción colectiva;Transformación social; Impactos de la IAP.
De dónde surge este artículo
Uno de los Grupos de Diálogo que se organizaron durante el IV Encuentro Internacional de Investigación Acción Participativa (IARA, Xalapa Coatepec, 21 – 23 de octubre de 2022) abordó las cuestiones relacionadas con los cambios, impactos y alcances de los procesos de IAP. Se nombró “Transformaciones”. Nos reunimos brevemente el primer día para conocernos y reconocernos, en el segundo día nos adentramos en el tema, y durante el tercero preparamos lo que presentaríamos en la plenaria final del Encuentro: una breve coreografía, con la que comunicamos los resultados de nuestro trabajo.
Primero definimos qué nos interesa aprender de nuestras experiencias.
Nos pareció importante considerar los siguientes aspectos:
- el desde dónde: no es lo mismo un proceso de IAP promovido por alguien externo a la comunidad o a la organización que uno impulsado desde dentro; y conviene que en el primer caso (el del acompañamiento
por alguien externo) estxs acompañantes tengan claridad respecto a qué lxs convoca y dónde se posicionan. - las escalas y dimensiones: la IAP genera cambios dentro y fuera de los colectivos implicados; la duración de las colaboraciones o intervenciones varía mucho y las esferas de la vida social que se transforman no solo son muy diversas, sino que están conectadas, inter-relacionadas
- los efectos y los indicadores del cambio: hay efectos previstos e imprevistos; los “indicadores” son muy diversos.
Durante el segundo día intercambiamos experiencias con la IAP, tanto de épocas pasadas como actuales. Las presentaciones abordaron el qué (en qué consiste la colaboración o acompañamiento), el para qué (objetivo), el quiénes (cómo nos posicionamos y qué actores se involucran, de una u otra manera), el cómo (estrategias empleadas) y las transformaciones resultantes (previstas o imprevistas, considerando diversas escalas y dimensiones). Conforme fueron presentándose las experiencias también avanzaron las reflexiones colectivas. Identificamos algunos aprendizajes relacionados con los procesos de transformación que suscita la IAP, que aquí vamos a compartir.
El tercer día del evento, en plenaria, presentamos una pequeña coreografía para comunicar lo que trabajamos en el grupo; entre todxs conformamos un organismo que fue desplazándose con movimientos pulsátiles. Creemos haber logrado transmitir la sensación que acompañó la reflexión.
Debates sobre la mesa
Las experiencias compartidas adquieren sentido en determinados contextos, son experiencias situadas dentro de procesos sociales de formación, intervención o implicación desde diferentes enfoques. No todas “encajan” en lo que se conoce como “Investigación Acción Participativa”, pero nos permitieron reflexionar sobre varias cuestiones clave.
a) Las fricciones inherentes a la IAP
Las transformaciones generan tensiones, ya que, por lo regular, existe resistencia a cambiar lo ya establecido: las normas, las instituciones, las relaciones, la estructura y la forma en que nos organizamos. Cuando emprendemos iniciativas de IAP perseguimos determinados objetivos, pero el camino es sinuoso y se atraviesan dificultades y retos que van produciendo cambios y tensiones, no siempre previstas.
En el intercambio grupal vimos que los procesos participativos generan fricciones en la constelación de las relaciones de poder. Una compañera tomó la palabra para compartir una experiencia con un huerto agroecológico que cultiva con amigxs de diverso origen socioeconómico; observa cómo se manifiesta la complejidad de relaciones: aunque unxs se sienten con “menor nivel” (educativo y socioeconómico) que otros, durante el proceso van tejiéndose vínculos y acciones de cuidado al interior del colectivo. Entre lxs vecinos se han construido relaciones de reciprocidad, que fueron visibles cuando se suscitaron incendios, y todos participaron en las tareas para extinguirlos; pero contradictoriamente, esta cohesión tensiona relaciones con el entorno inmediato, como lo mostró la molestia de varias personas al restringir los vecinxs el acceso por un “camino de paso” en propiedad privada.
Varias compañeras nos hablaron de la experiencia de La Gira, una red de economía solidaria en la región de Xalapa, que articula a productorxs y consumidorxs. Después de un ejercicio para valorar la relación entre los costos y precios de los productos, a lxs productorxs les quedó claro que no están contabilizando el costo de su mano de obra, pero se enfrentaron a una incógnita: ¿cómo reflejar estos costos en los precios? Donde antes existía una situación ‘normalizada’ o habitual, surgió una ansiedad, una tensión, una insatisfacción respecto a la contabilización y valoración de todo el trabajo y el tiempo que implica la producción: “estamos regalando nuestro trabajo”. Si bien nuestro trabajo no se circunscribe en una racionalidad monetaria, la experiencia mostró que al tomar consciencia de las cosas se generan tensiones que pueden ser embriones o motores de una acción política.
Otra participante comenta lo que está haciendo con pobladorxs de Chiltoyac y Almolonga, Veracruz: una IAP que revalora y visibiliza los saberes bioculturales, los relacionados con lo culinario y los que se generan y circulan en las parcelas, así como los que tienden puentes entre uno y otro ámbito. Observa que participar en una IAP implica salirse de la zona de confort; cita al respecto el caso de un grupo de biólogxs, poco familiarizadxs con los enfoques participativos y transdisciplinarios, entre quienes se manifestó una resistencia ante la posibilidad de aplicar este tipo de enfoques y métodos.
Una compañera interviene para compartir las vivencias que está teniendo en la Sierra de Zongolica, impulsando talleres sobre equidad de género; comenta lo importante que ha sido para las mujeres y para las niñas y niños, pero resalta el elemento faltante: los hombres. Varixs conocemos experiencias de IAP ligadas a las relaciones de género, en las que ha sido evidente que al reivindicar las mujeres sus derechos encuentran resistencias en los varones, poco dispuestos a perder los privilegios que les otorga el sistema patriarcal. Sabemos de varios casos en los que el trabajo en torno al género ha suscitado conflictos en las parejas y en el espacio comunitario; en el grupo se comentó el caso de una comunidad donde surgieron conflictos entre las mujeres y un sacerdote al contraponerse ciertos valores religiosos con los derechos de las mujeres.
Compañerxs de Xalapa compartieron la experiencia de un proyecto de IAP que se lleva a cabo en esa región y en otras ocho regiones, en seis estados del país, en el marco de los Programas Nacionales Estratégicos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Busca articular saberes, iniciativas y agencia de un conjunto de organizaciones, activistas, estudiantes y académicxs que trabajan en iniciativas o proyectos relacionados con la gestión del agua, las cuencas y las zonas arboladas. El proceso parte de enlaces previos (2021) entre personas y grupos en torno a la elaboración de una Agenda Ciudadana por el Agua. Se hizo notar que algunas Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) están acostumbradas a impulsar su agenda interna y que puede resultarles difícil conformar un nuevo conglomerado en torno a un proyecto compartido, en este caso la Agenda por el Agua, aunque ésta sea fruto de toda una labor conjunta. También salieron a relucir diferencias de visión entre quienes priorizan la contribución concreta en lo micro y quienes enfatizan la incidencia en las políticas públicas; y se manifestó la reticencia de algunos colectivos a colaborar en un proceso que percibían como sujeto a las lógicas de instituciones gubernamentales y/o académicas, quizá por desafortunadas experiencias anteriores.
En el caso de los proyectos cuyo financiamfiento proviene del sector privado, suele haber tensiones entre las posturas pragmáticas que ven la conveniencia de captar estos financiamientos para avanzar en las metas en los territorios, y las que priorizan el apegarse a determinados principios ético-políticos.
Al respecto, dos compañerxs compartieron cómo en su experiencia, en un colectivo de artes y en una organización de comuneros respectivamente, se ha logrado aprovechar los fondos privados cumpliendo al mismo tiempo con los requisitos del financiador y con los objetivos y cambios deseados por el grupo.
Una compañera nos habla de un proyecto de largo aliento (20 años) impulsado por una Organización de la Sociedad Civil (OSC) en Los Tuxtlas, Veracruz. Relata que hubo ejercicios de planeación comunitaria y se emprendieron proyectos de conservación y buen manejo de los bienes naturales, en diversas escalas y con distintos actores; se fortaleció la capacidad comunitaria para negociar con actores externos, privados o gubernamentales. La OSC formó equipo con lxs promotorxs comunitarixs encargadxs de impulsar distintos proyectos. Nació una Red de promotorxs campesinxs que duró ocho años, una Cooperativa de promotores para impulsar proyectos productivos y una Coalición regional de organizaciones sociales.
Durante estas dos décadas hubo, sin duda, transformaciones importantes, tanto entre promotorxs como en las comunidades, en la OSC y en quienes participaron por parte de la academia. Pero en los talleres de planeación con promotores y otros participantes nunca desapareció cierta tensión o contradicción entre dos lógicas diferentes: la de quienes tenían objetivos económicos inmediatos y la visión más estratégica, interesada en la organización, las políticas públicas, el desarrollo regional e indígena y la cultura.
La IAP, al poner en contacto distintas cosmovisiones, distintos saberes, distintos actores, con distintos intereses y distinta cuota de poder, en un sistema atravesado por asimetrías económicas, de género, edad, fenotipo, etc., inevitablemente genera alguna molestia, incomodidad o descontento. La cuestión, como siempre, es qué se hace con esas fricciones.
b) Los procesos de cambio en la IAP
La mayoría de las experiencias transformadoras que se compartieron en el Grupo de Diálogo tienen que ver con cambios en las personas y sus relaciones con otras personas, con su territorio y sus procesos. Una compañera compartió el trabajo que ha realizado por un año en el área de formación docente, donde el proceso de IAP ha generado mayor apertura y aceptación a los programas de formación, y ha permitido a los docentes conocerse entre sí y establecer vínculos de amistad, incluso entre personas de diferentes campos disciplinares. Estas nuevas relaciones fortalecen el sentido de pertenencia y compromiso dentro de las escuelas, lo que les permite “apropiarse” de las propuestas pedagógicas para difundirlas y asegurarse de que otros docentes les den continuidad.
En este mismo sentido, un compañero compartió la experiencia del Aula Viva de Saberes Tradicionales en la Universidad Nacional de Colombia, donde se observan transformaciones personales de lxs estudiantes indígenas y afrodescendientes, quienes además de contar con un espacio para hacer amigos y apoyarse, han desarrollado su capacidad para liderar procesos, tanto en el ámbito universitario como en sus propios territorios. En esta experiencia las personas se sintieron parte del proceso y generaron vínculos de compromiso, apoyo y cooperación.
Al convocar a muy diversos tipos de actores a una reflexión y una acción conjuntas, en la IAP aprendemos a escucharnos más atentamente, a abrirnos a lo distinto, a encontrar complementariedad entre los diferentes. Emergen nuevas cohesiones, aunque también salen a relucir diferencias de personalidad, de género, de ideología y cultura política, etc., además de que algunxs participan más o de diversas maneras y otrxs no tanto.
Lxs actorxs se juntan en un entramado en donde se conocen e integran gradualmente, mientras sus intereses individuales encuentran cabida para expresarse. También se generan cuidados colectivos, para adaptarse a las circunstancias particulares de las personas participantes, facilitando y compartiendo las cotidianidades individuales. De esta manera se generan cambios personales y colectivos que favorecen la complementariedad e integración de esta diversidad.
La IAP horizontaliza, en mayor o menor grado, las relaciones entre los y las participantes en el proceso; quienes suelen acaparar la voz y la opinión aprenden a escuchar, y quienes por el contrario se mantienen al margen aprenden a participar más; se diversifican los aportes. La participación continua en las actividades y en la toma de decisiones le abre “un lugar en el proceso” a cada persona o actor, dándole visibilidad en el colectivo.
A partir de estas experiencias compartidas, coincidimos en que los cambios dependen del involucramiento, participación y capacidad de las personas, así como de su disposición para co-construir alternativas y “abrazar” las tensiones que se producen al romper el status quo. Esto demanda transformaciones personales profundas, las cuales generan cambios al interior de los colectivos, y paralelamente ocurren cambios al exterior del colectivo, con otros actores y organizaciones implicadas.
De igual manera, quedó de manifiesto que las transformaciones en los procesos de IAP no son lineales, ni cabalmente previsibles. Algunas veces avanzamos, otras retrocedemos o nos movemos paralela o circularmente, con respecto a una situación o problemática dada, en un movimiento pulsátil. De manera que, aunque pareciera que no logramos el cambio, en realidad hay cambios ocurriendo en diferentes órdenes, e incluso cambios inesperados.
En este sentido, un compañero que ha trabajado con comuneros de Santa Rosa Xochiac, en el Desierto de Los Leones en CDMX, señala que uno de los cambios más significativos en la comunidad fue organizar un movimiento de 250 comuneros para democratizar sus procesos comunitarios y remover al cacique corrupto. Sin embargo, la legitimación del cacique por parte de instituciones académicas y gubernamentales echó abajo las decisiones tomadas en asamblea, y no se lograron los cambios deseados en la estructura política comunal. Pero, al mismo tiempo, surgieron liderazgos comunitarios que crean condiciones latentes para la continuidad del movimiento cuando las condiciones sean más propicias.
Por otro lado, cuando analizamos una problemática específica en la IAP, pueden surgir temáticas que demandan otros cambios de manera simultánea, paralela o concatenada. Así, una compañera compartió su experiencia con cooperativas de pescadorxs en el puerto de Veracruz donde la explotación petrolera era, para el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), la situación más importante a tratar.
Sin embargo, en los talleres de diagnóstico se detectó que para las y los pescadores el problema principal –lo que más les interesaba cambiar– era la obtención de permisos de pesca, en un contexto de restricciones gubernamentales que han favorecido a grandes compañías pesqueras y perjudicado a pescadores locales. Los cambios locales en diferentes ámbitos se complementaron, permitiendo avanzar hacia una transformación más profunda de las estructuras de un sistema petrolero explotador de los océanos. Un cambio poliniza, cataliza o suscita otros cambios, multiplicando las posibilidades de transformación en diferentes ámbitos.
Los cambios también ocurren a diferentes escalas, en lo micro (individual, familiar, local, barrial, en los colectivos) y lo macro (regional, nacional o global). Sobre esto, una compañera señaló que en la red de economía solidaria La Gira se están buscando cambios en lo local, a través de acciones pequeñas, tejiendo relaciones más dignas y directas entre productorxs y consumidorxs, pero que aún falta pensar en otras formas de hacer economía para llevar a cabo cambios estructurales y salirnos de las reglas del mercado global capitalista.
Se señala la importancia de no perder de vista las transformaciones de fondo y a nivel macro a las que queremos llegar, cuidar que esos pequeños logros a nivel local no sean solo un “paliativo” de cambios superficiales, y generar los puentes entre distintas escalas.
Asimismo, hay transformaciones sutiles, poco visibles, e impactos cualitativos difíciles de evaluar. Por ejemplo, cuando buscamos cambios en los procesos comunitarios de toma de decisión y evidenciamos que, por ejemplo, dentro del grupo de mujeres en Chiltoyac se discuten temas que antes no se abordaban y se opina sobre procesos que les afectan en la comunidad, para involucrarse en ellos.
Puede no ser fácil definir indicadores de cambio en la IAP, porque se generan muchos tipos distintos de transformaciones. Las señales de cambio dependen de lo que se busca alcanzar. En el Proyecto de investigación e incidencia de la Agenda Ciudadana por el Agua, la articulación para la generación de esta agenda en común se traduce en una suma de esfuerzos para realizar acciones conjuntas, un menor número de acciones aisladas y un fortalecimiento de conexiones, vínculos e intercambios. En el caso de los talleres de género con niñeces, los impactos del cambio se observan en la mayor reflexividad que se logra en lxs niñxs al cuestionar acciones antes normalizadas de violencia de género, así como en la identificación de opciones de cuidado.
Generalmente los tiempos en los procesos de IAP suelen ser largos. Por ejemplo, construir relaciones más horizontales en La Gira implica cultivar confianza entre las personas, lo cual, muchas veces, no se manifiesta a corto plazo en acciones inmediatas. Son procesos que toman tiempo, y que requieren de acompañamiento.
Hay asimismo acciones que no implican procesos largos sino intervenciones puntuales. Quizá no sean “propiamente IAP”, pero pueden generar situaciones, emociones, motivaciones, cambios. Una compañera comparte la experiencia del Colectivo Tomate y sus intervenciones artísticas, como los murales y diversas expresiones participativas en los barrios, con grupos de personas. En estos procesos emergen historias personales o comunitarias y éstas quedan plasmadas en las fachadas de las casas; hay un impacto de corto alcance.
Los cambios que produce la IAP son contextuales, no lineales ni previsibles. Son pulsátiles, polinizadores y concatenados (tienen un efecto mariposa), sutiles y difíciles de evaluar (escurridizos), micro y macro, pequeños y profundos, a corto y largo plazo, entre otras. Pero su principal característica es que suceden en las personas y en la forma de relacionarse con otras personas, con su entorno y con el conocimiento.

Reflexiones finales
Las transformaciones en la IAP se basan en experiencias situadas, resuenan y transitan en diferentes niveles (interno y externo a los colectivos implicados), escalas (micro y macro, local y global, corto y largo plazo), dimensiones (relaciones de género, solidaridades, fortaleza organizativa, etc.) y entornos políticos (más o menos abiertos a la participación ciudadana).
La IAP, al apostar por los diálogos entre una diversidad de tipos de saberes y miradas, se abre a una pluralidad de cosmovisiones, lo que cuestiona las asimetrías epistémicas existentes en nuestras sociedades: entre personas, entre géneros o grupos etarios, entre sectores más o menos escolarizados y con mayor o menor prestigio o autoridad en los circuitos hegemónicos de validación de saberes.
Al hacerlo, cuestiona y subvierte las relaciones de poder entre los actores. De esta manera, genera cambios que interactúan, se entrelazan, se traslapan, sin que haya una escala más importante que otra; lo que se hace a nivel micro –como el cuidado del tejido social, de la economía local, del territorio y la comunidad–, genera resonancias en escalas más amplias.
La IAP siembra semillas, que en su momento germinarán y se harán visibles, pero en el ínterin pueden permanecer como incomodidades o inconformidades latentes. Cada experiencia genera aprendizajes que pueden fertilizar a nuevas experiencias, incluso emergen situaciones que requieren llevar a cabo cambios no previstos que están fuera de nuestro control.
Podemos definir algunos indicadores para medir o evaluar impactos, pero hay cambios sutiles, cualitativos y difíciles de evaluar. Un proceso de IAP sin impactos visibles puede, en un plazo más largo, si se abren coyunturas políticas favorables, dar origen a cambios muy significativos.
La IAP no está exenta de riesgos. “Mueve tapetes”, “pisa callos”, puede resultar molesta o amenazante para determinados actores. Es clave cultivar los cuidados para evitar que situaciones emergentes, no planeadas, y las inevitables tensiones de cualquier emprendimiento colectivo, deriven en conflictos. Sin embargo, cualquier transformación en la IAP requiere que esas tensiones rompan paradigmas y mentalidades en las personas y su forma de relacionarse.
Los procesos de IAP pueden ser detonadores de cambio, aunque sean intervenciones breves, pero es imprescindible cuidar que una vez abierto un proceso, se le dé acompañamiento, hasta un eventual cierre del ciclo.
Por todo ello, es necesario tener una actitud crítica y reflexionar sobre los cambios y transformaciones deseados: hacia dónde queremos movernos y hacia dónde realmente estamos moviendo la experiencia en el proceso participativo. ¿Cuáles son esas utopías que queremos construir?, ¿en qué ámbitos y escalas estamos logrando transformar las relaciones de poder para generar relaciones más justas, solidarias y equitativas en términos de género, interculturalidad, intergeneracionalidad, que nos permitan tomar decisiones más horizontales, generar liderazgos comunitarios y consolidar procesos organizativos hacia el bien común y el buen vivir?
A medio siglo de su adopción como inspiración política, epistémica y metodológica por parte de diversos actores, activistas y académicos/ as movilizados/as, la IAP sigue mostrando su fertilidad y potencia, y contribuyendo al más que urgente cambio en los territorios, en las políticas, en las mentes y en el tejido social.