Abya Yala, la mujer que vibra. Poema en cuatro estrofas y un grito
Julieta Rodríguez Barajas (Río)
Blancos son sus cabellos raíces, Abya Yala despierta desnuda.
Sus pies agrietados se limpian con agua, el Mayab emerge del sueño.
La tierra madura fluye en el espejo del lago y canta.
La mujer tierra baila hundiendo las piernas semilla en el barro, creando el
mundo.
Un eco y un tambor. Un susurro profundo venido de los árboles.
Los pájaros en parvada se cuecen las heridas.
Abya Yala grita cuando siente el taladro que la penetra, resquebrajándola.
El agua cubre a Abya Yala y se le escurre entre las piernas semilla.
Agua turbia, agua sucia, agua manchada por la mano humana.
Llueve y Abya Yala cae rendida en un sueño, el sueño de la nube y la tierra
en florecimiento.
La niña se frota los ojos cuando llega la luna de marzo,
nívea y dulce la luna se columpia.
Dos hoyuelos se forman en sus mejillas, ¡aún es libre!
Y tibio el viento le enreda la melena oscura.
Agua limpia, agua clara, agua fuente de la lluvia, agua venida de la gran
nube.
En tus manos nos acogemos para tomar fuerza y andar los ásperos
caminos,
para mirar atrás dentro de los ojos de lxs niñxs.
Abya Yala, mujer tambor.
Abya Yala, eco del mundo.
Abya Yala, sigue gritando.
Abya Yala, ardo contigo
