A donde vayas, aplica todo lo aprendido en PROCOMU con toda libertad

Norma Edith Loeza García

Dra. Libertad Hernández Landa

Hoy es un día muy especial y de agradecimiento a la vida por haberme permitido conocerla y que usted haya sido mi maestra en la Facultad de Nutrición en la Universidad Veracruzana (1989-1993); donde sus enseñanzas y facilitación en las materias que me impartió de antropología social, de metodología y técnicas de la investigación social y de las prácticas integrales de campo, hayan sido los primeros pilares para conocer, comprender y cuestionar las diversas realidades de aquellos años.

Tengo muy presente una práctica que nos brindó en un rastro abandonado en una colonia de la periferia de la ciudad de Xalapa, Veracruz; donde la actividad consistió en gestionar y adecuar un espacio tipo guardería para apoyar a madres de familia en condiciones vulnerables, nos solicitó creatividad para que el equipo de estudiantes elaboráramos materiales didácticos de nutrición y tapetes elaborados de periódico para que niñas y niños pudieran jugar. Fueron de las experiencias más significativas que de usted aprendí.

Quién se imaginaría, que dos años después como egresada de nutrición y de haber realizado mi servicio social en la primera generación de Brigadas Universitarias en Servicio Social en la sierra de Papantla, me brindaría la oportunidad de colaborar con usted en el gobierno estatal en el Programa Comunitario de la Mujer (PROCOMU) del Gobierno Estatal de Veracruz; como residente técnico en los municipios nahuas de Los Reyes, Tehuipango y Maltrata, donde mi función era desarrollar estrategias y acciones enfocadas a los derechos de las mujeres y de la niñez, a través de la vinculación institucional para realizar escuelas comunitarias y ferias de salud, como estrategias didácticas de investigación participativa.

Otras de las actividades que usted me asignó, fue la organización de foros municipales de la mujer en colaboración con las autoridades municipales, destacando la participación de mujeres de diversos grupos de edad, siendo un espacio de diálogo y reflexión donde la incidencia y presencia de la violencia era el mayor reto. Parte de las estrategias, para este tipo de actividad, era gestionar y promover talleres acordes a sus intereses, varios de ellos de corte y confección, repostería, medicina tradicional; así como el proyecto productivo de truchas en el municipio de Tehuipango.

Una de las experiencias desagradables, pero que tuvo un gran aprendizaje y motivación; fue el suscitado en uno de los municipios asignados para organizar un foro municipal y talleres participativos con y para las mujeres.
No obstante, la gestora social que en mi persona se iba formando, también tuvo momentos de intimidación por parte del presidente municipal al impedir mi entrada al ayuntamiento, por considerar que mi función en este tipo de actividades “era alborotar a las mujeres”. Aunado a esto emitió una nota periodística denunciando esta situación. Sin embargo, al notificarle de esta situación, la reacción de usted fue de apoyo y motivación a mi persona, atendió usted como directora del programa dicha denuncia para emitir un comunicado oficial por el mismo medio al presidente municipal, reiterando el compromiso y exigibilidad de los derechos de las mujeres.

A partir de ello, me sentí fortalecida, reiterando mi compromiso por ser portavoz de las mujeres, y de protegerme de igual manera ante escenarios de poder, de provocación y de desafíos. No obstante, estas experiencias me brindaron también la oportunidad para darme a conocer en la sierra de Zongolica, y que el Instituto Nacional Indigenista (INI) de la región me invitará a colaborar en sus programas por el trabajo realizado en PROCOMU.

Aún tengo presente el día que le informé de la oportunidad laboral en el INI (1997), y su respuesta fue “¡adelante! Solo te pido un favor… ¡a dónde vayas, aplica todo lo aprendido, hay mucho trabajo por hacer!”. Nos despedimos y un fuerte abrazo de agradecimiento mutuo, donde acordamos que volveríamos a vernos. Sin embargo, un año después (agosto 1998) y del ir viajando en el autobús hacia Zongolica, un pasajero iba leyendo el periódico donde una nota resaltaba con letras grandes dando a conocer el violento hecho de su deceso. Motivo por el cual, quiero comentarle que no quedará impune, usted nos mostró su valentía, su fortaleza, su ejemplo; siendo así, que en este 2023 sigue viva su enseñanza, sus consejos, su trabajo como gestora social.

Ahora como docente en el ámbito de salud de la Universidad Veracruzana Intercultural Sede Regional Grandes Montañas en la sierra de Zongolica, continúo con la encomienda que usted me asignó; de corazón mil gracias, porque también me enseñó que una sonrisa y la humildad ante todos puede abrir puertas.

Con cariño, admiración y reconocimiento
Norma Loeza.