Cuidados colectivos diálogo, reflexiones y performance para la corresponsabilidad en los colectivos de investigación acción participativa
Gialuanna Ayora Vázquez
Verónica Moreno Uribe
Sandybel Pasteur Valdespino
Celeste Cruz Avilés

Resumen: Los cuidados son condición para que la vida tenga lugar. El cuidado de la vida, de la subsistencia y de la organización social en el quehacer cotidiano de las sociedades, implica acuerdos y acciones colectivas. Por tanto, los cuidados son colectivos. Sin embargo, la patriarcalización de nuestras sociedades ha generado que las personas asumamos que los cuidados son responsabilidad de las mujeres y los cuerpos feminizados. Hemos llevado esta naturalización a prácticamente todos los ámbitos del hacer humano. Por ello, hoy, desde la práctica política de múltiples feminismos y la intercomprensión de los encuentros con las diversidades humanas y no humanas, buscamos cuestionar y desorganizar los arreglos androcéntricos, así como identificar el entramado de violencias de eso que de manera vaga denominamos patriarcado racista y capitalista que, con múltiples estrategias, busca perpetuar privilegios, reproducir jerarquías y negar la responsabilidad colectiva en el sostén de la vida.
En este texto contamos una experiencia breve de reflexión con la que invitamos a pensar los cuidados colectivos desde sus tensiones, desde la escucha amorosa, la construcción de espacios de diálogo y el uso de estrategias artísticas como el performance, para expresar los sentipensares dentro de los colectivos de Investigación Acción Participativa en los que participamos. En esta conversa, nos preguntamos sobre cómo construir con intercomprensión las condiciones para que se haga efectiva la redistribución de los cuidados al interior de los colectivos. Este texto es una sencilla aportación que el grupo de diálogo “Cuidados Colectivos” generó, en el marco del IV Encuentro Internacional de Investigación Acción Participativa en Xalapa, Veracruz, México, buscando que nuestros espacios de construcción de conocimiento y acción se transformen con ternura radical.
Palabras Clave: Cuidados, Investigación Acción Participativa, Patriarcado, Mujeres.

Lo sucedido en el grupo de diálogo Cuidados Colectivos
El IV Encuentro Internacional de Investigación Acción Participativa se desarrolló en octubre de 2022 en la sede de la Iniciativa Autogestiva de Restauración Agroecológica (IARA), ubicada en un tranquilo y acogedor lugar en medio del Bosque de Niebla, en el centro de Veracruz, México. Acampamos junto al río Pixquiac quien fue, por las noches y por las mañanas, un acompañante imprescindible; nos arrullaba para el bien dormir y con su fuerza y vitalidad nos despertaba para la siembra de árboles.
El encuentro, además de ser tierra fértil para la siembra de experiencias colectivas, reflexiones y propuestas, también posibilitó un proceso de polinización colectiva. Fuimos afluente de ríos y pixcamos semillas diversas producto de nuestras compartencias en cada uno de los procesos de investigación-acción de los que hacemos parte.
Los grupos de diálogo se conformaron con una rica diversidad: contextos, procesos y orígenes (países y grupos humanos); de espacios de trabajo muy distintos: sociedad civil organizada, personas sin adscripción institucional, académicxs, activistas, académicxs-activistas, que contábamos también con muy diversos niveles de implicación en la investigación acción participativa.
Nos reunimos dos días, durante dos horas cada día, para intercambiar experiencias y reflexiones. Por el escaso tiempo, muchas de las dimensiones de los debates planteados se quedaron en el tintero, sin embargo, construimos un rico espacio de conversa, para expresar nuestras principales preocupaciones sobre el tema.
Durante el encuentro, el diálogo sobre los cuidados colectivos se organizó a partir de las siguientes preguntas que las y los convocados al evento respondieron con antelación: ¿Cómo hacemos pausas para sentipensar las acciones? ¿Cómo podemos autocuidarnos y organizarnos en los procesos colectivos para no desgastarnos? ¿Cómo nos organizamos cuando estamos todxs ocupadxs y en varios lugares, o lo impide el trabajo presencial de todas las personas que participan? ¿Cómo visibilizar las perspectivas de género y feministas en los roles de cuidado de los procesos? ¿Cómo fortalecer las redes de apoyo mutuo? ¿Cómo generar un espacio seguro para la resolución de conflictos? ¿Cómo lograr que los cuidados sean una tarea colectiva y estén equitativamente distribuidos?
Nuestro grupo de diálogo sobre los cuidados colectivos se conformó principalmente por mujeres: Aracely Flores, Celeste Cruz, Fabiola Reyes, Gialuanna Ayora, Hermelinda Martínez, Isabel Bueno, Kay Nicté Nava, María Dolores Ferré, Mareli Domínguez, Remedios Jaqueline Sánchez, Reynalda Martínez, Roberta Ramírez, Rosa Campoalegre, Sandybel Pasteur, Socorro García y Verónica Moreno. Los varones, dos que estaban interesados en participar, al final prefirieron cambiar de grupo.
Esta sensación-experiencia se convirtió en uno de los primeros puntos de reflexión. Nos preguntamos ¿es solo responsabilidad de las mujeres o de personas feminizadas dialogar sobre cuidados?… Creemos que es responsabilidad de todxs los que conformamos un colectivo reflexionar desde los feminismos acerca de los cuidados, analizar el peso social y económico de los cuidados en algunas de nosotras; escuchar sobre el rol cotidiano que los mandatos patriarcales buscan imponer a mujeres y hombres; reflexionar sobre cómo naturalizamos el papel de las mujeres en el sostenimiento de la vida, de las labores necesarias para su reproducción y la de sus habitantes en ella; es responsabilidad de todxs pensar sobre la energía y el tiempo que implica, y por lo tanto en las varias jornadas de trabajo que tenemos las mujeres simultáneamente…
Sí, pensar juntxs y hacer algo sobre todo esto, es parte de los trabajos y la responsabilidad de todxs los miembros de los colectivos y de los procesos de la investigación acción participativa. Creemos también que se requiere hablar con los hombres sobre su ausencia en las prácticas de los cuidados colectivos; nos parece urgente que el sector masculino escuche y participe en esta reflexión, solo así lograremos congruencia con la acción transformadora y las decisiones horizontales que promovemos.
Los diálogos en el grupo de cuidados los iniciamos con un ejercicio de confianza. Quienes propusimos el ejercicio pensamos que un colectivo de investigación acción participativa es una red que sostiene; por ello es muy importante no obviar, en nuestros procesos, la importancia de construir espacios seguros y de intimidad para todxs los que participamos.
Quisimos que las participantes en este grupo de diálogo pudieran sentirse así, sostenidas por personas cuidadoras –en este caso, mujeres cuidadoras– y que pudieran aunque fuera brevemente sentir la fuerza de la colectividad. Entonces el ejercicio inicial consistió en formar una red con nuestros brazos; éstos, además de sostenernos realmente, simbólicamente expresaban que ahí podíamos dejarnos caer cuando lo necesitáramos, que el colectivo se comprometía a sostener, a acompañar y respaldar a quienes estábamos ahí. Una por una, dando la espalda a la red de mujeres y brazos se presentó y se dejó caer de espaldas, sin mirar, confiando en la fuerza del colectivo. Poniendo la cuerpa como lo hacemos en la investigación acción participativa, entretejimos brazos y confianza para comenzar a dialogar entre risas y entusiasmo. Este mismo ejercicio de confianza, a lo largo de las horas de actividad conjunta, fue conformándose en un performance que compartimos en la plenaria y del que hablaremos más adelante. Este mantenimiento del cuidado colectivo del grupo se procuró durante todo el encuentro, se sintió; fuimos ideas, experiencias, cuerpo y corazón.

Después del ejercicio de confianza, nos sentamos en círculo. Esta parte del diálogo colectivo fue una conversa alrededor de los aspectos que, para cada una, son parte de los cuidados colectivos. Mucho de lo hablado buscaba aclarar las contradicciones y tensiones que se dan en los colectivos cuando queremos establecer corresponsabilidad en el sostenimiento de la vida, cotidianamente y en nuestros espacios de trabajo y de investigación.
Las mujeres reunidas en este grupo de diálogo pertenecemos a colectivas de artesanas, organizaciones de la sociedad civil en defensa de territorios y de derechos de mujeres e infancias e instituciones de educación superior. Por el poco tiempo que teníamos para explicar cada uno de los procesos de los que formamos parte, decidimos dialogar sobre lo que eran para nosotras los cuidados colectivos. Expresamos la búsqueda de corresponsabilidad en las actividades que permiten que el trabajo colectivo se sostenga, se fortalezca y genere aprendizajes y oportunidades para todas y todos.

En el grupo durante los diálogos, tres compañeras iban anotando en grandes papeles las frases o ideas que les parecían clave en nuestros discursos, aquellas que nos permitirían comprender y expresar los cuidados colectivos y sus dimensiones. Partimos de las experiencias concretas de cada una para después identificar lo común.
Detectamos seis ejes de reflexión: 1. La inequitativa distribución de los cuidados al interior de nuestros colectivos y la necesidad de que los hombres que participan en ellos se involucren en los trabajos de cuidados, 2. La necesaria producción de nuevas subjetividades, para la transformación de las personas y su vida cotidiana. Propusimos renombrar y resignificar las palabras, usar el lenguaje para transitar f irmemente hacía otros acuerdos, como cuando decimos que nuestros compañeros nos “ayudan”; nuevos usos del lenguaje pueden contribuir a pensar los cuidados como acciones conjuntas y no como responsabilidades inexorables de las mujeres, 3. Despatriarcalizar, desracializar y desfeminizar los cuidados, poniendo esas acciones necesarias que sostienen al grupo y la vida, no como actividades de tercera, que nadie quiere hacer, sino como acciones que cotidianamente necesitan ser realizadas por todxs, 4. Reconsiderar los debates y las acciones sobre los cuidados colectivos, tomando en cuenta la categoría de interseccionalidad que nos permite problematizar quiénes cuidan y por qué cuidan, a quiénes, desde qué condiciones de subalternización, en qué relaciones de poder y considerar estas diferencias para repartir de otra forma las responsabilidades, 5. Identificar y hablar de las múltiples violencias que se viven en la cotidianidad, relacionadas con los trabajos de cuidados colectivos, 6. Definir y situar los cuidados a partir de nuestra experiencia vital personal y en nuestros colectivos.
Trabajamos en el grupo de diálogo con la consigna de que al terminar las 4 horas pudiéramos tener, además de las reflexiones sistematizadas, una creación colectiva que nos ayudara a expresar gráfica o escénicamente las principales ideas dialogadas; decidimos que fuera una escenificación, presentando posteriormente, sintetizadas en papel, las principales ideas que servirían como materia prima para un futuro texto escrito (el presente).
Por último, algunas de nosotras tomamos la decisión de participar en la redacción de este texto con el acuerdo colectivo de plasmar las voces y el trabajo reflexivo de todas. Los elementos abajo enlistados y explicados son el resultado de nuestros diálogos. Dado que es imposible dar cuenta de la riqueza de lo ocurrido durante el IV encuentro en este breve texto, así como de la diversidad de experiencias de quienes confluimos en el grupo de diálogo, elegimos compartir únicamente desde tres reflexiones clave: (i) los sentidos situados y contextuales de los cuidados en los colectivos; (ii) la desigualdad y los trabajos de cuidados en los colectivos de investigación acción participativa, expresando por qué es importante pensarlos desde el enfoque interseccional y en colectivo; y (iii) la reflexión sobre la urgencia de encontrar, además del lenguaje escrito, otras formas de expresar lo que necesitamos y pensamos con respecto a los cuidados, lo que remite a las expresiones artísticas y su potencia para los cuidados colectivos. De esta manera compartir lo vivido y lo sentipensado busca invitar a transformar y fortalecer la corresponsabilidad en cada uno de los colectivos, construyendo congruencia entre nuestra práctica social de investigación y nuestras prácticas internas organizativas.
Los sentidos situados y contextuales de los cuidados en los colectivos Para quienes participamos en esta conversa, los cuidados colectivos requieren ser explicitados, acordados y revisitados cada tanto en los colectivos. En la práctica concreta implican:
Romper con la subordinación de todo tipo. Identificar las relaciones de poder y deconstruir las subordinaciones, evidentes o no. Romper con la idea de que la subordinación es algo que viene de fuera, pues es una relación que construimos también internamente en los grupos, cuando naturalizamos los liderazgos, las jerarquías, los roles de género y reproducimos sus prácticas y/o las aceptamos.
Reconocer lo que aportamos a los colectivos y solicitar mayor involucramiento de los compañeros. Por lo común, somos las mujeres quienes estamos atentas al devenir organizativo de los colectivos y aportamos a su fortalecimiento, además de preocuparnos más por que las cosas sucedan, cuando nos proponemos una meta. Vemos necesario aprender a pedir, decir, exigir, soltar, para que otros también aporten. Todas, todes y todos necesitamos asumir la tarea, sin esperar que alguien más concrete o realice lo planeado. Lo que queremos llevar a cabo no puede ser responsabilidad de algunas. Los cuidados son respaldo, soporte mutuo, empuje, apoyo de todxs para todxs.
Despatriarcalizar los procesos y los colectivos. Identificar las manifestaciones locales y contextuales del patriarcado dentro de nuestros colectivos. Deconstruir creativa y colectivamente las tramas del patriarcado. Reinventar los espacios de toma de decisiones, de diálogo y reflexión para que permitan transformarnos a favor de todxs.
Dejar de llenar el tiempo con hacer, hacer, hacer. Urge que las responsabilidades y los roles dentro de los colectivos circulen y se compartan, para que todas podamos descansar, dedicar tiempo suficiente a nuestra salud, a los proyectos personales, a la recreación y a la convivencia.
Cuidar de nosotras mismas. El cuidado colectivo es para nosotras también el cuidado de nosotras mismas; autocuidarnos es importante, aprender a escucharnos, a parar, a soltar, a dejar que ocurra, a no sentirnos culpables de no cumplir con los mandatos patriarcales. A dejar que otras, otros, también nos cuiden y procuren.
Hacer pausas para sentipensar las acciones. Pensamos que el cuidado es también tomar decisiones con tiempo, sopesando nuestros sentires, escuchando nuestros instintos e intuiciones. La vida de las organizaciones o colectivos/as se entreteje con la vida personal, familiar, comunitaria, social de sus participantes.
Abrir espacios dialógicos para la resolución de conflictos. Saber enfrentar lo que nos incomoda, lo que no nos gusta, el desacuerdo, la discordia, el disenso e incluso el conflicto desde un enfoque de aprendizaje colectivo, despersonalizando, para enfrentar el problema desde otro lugar. Tener presente que en toda comunidad el conflicto es parte de la complejidad inherente a la búsqueda de acuerdos. Resolver las tensiones sin negarlas. Crear espacios seguros, libres de violencias.
Fortalecer las redes de apoyo mutuo. Los cuidados colectivos se construyen, son la posibilidad en la unión, la diferencia en la fuerza, la suma de capacidades, sueños e impulsos. Es necesario mantener las redes que nos sostienen, visibilizar cada hilo de esta red, comprender su importancia, valorar y diseñar e implementar estrategias para fortalecerla.
Después de dialogar, profundizamos lo que implica la desigualdad en los cuidados, a partir de nuestras propias experiencias, clarificando a qué le llamamos trabajos de cuidados desde un enfoque feminista. La potencia de este posicionamiento y sus categorías, nos permitió nombrar lo que generalmente es invisibilizado -por otrxs y por nosotras mismas- y, desde estas reflexiones, pensar las dinámicas naturalizadas en los colectivos y buscar, en el rico marco de las herramientas que la misma investigación acción participativa nos permite, llevar a cabo éstas y otras estrategias de transformación.
Desigualdad y trabajos de cuidados en los colectivos
Los planteamientos anteriores nos provocaron otras preguntas, decidimos abordar aquellas que profundizaran en la comprensión de eso que llamamos cuidados colectivos: ¿Qué implica pensar los trabajos de cuidados en medio de un contexto de violencia, despojo y precarización? ¿Por qué, si los trabajos de cuidados son tan relevantes para el sustento de cualquier vida, están tan poco valorados? ¿Qué acuerdos y acciones podemos tomar entre nuestros colectivos de investigación acción participativa, para que los cuidados que los sostienen no generen desigualdad? Si bien tomamos como punto de partida nuestra propia experiencia cotidiana, pensamos de manera central en las prácticas y los trabajos de cuidados comunes a todas y que realizamos en nuestros colectivos.
Una de las premisas de las que partimos fue la consideración de una contradicción sustantiva: si bien los cuidados son fundamentales para el sostenimiento de cualquier vida, son infravalorados, se encuentran desigualmente distribuidos en nuestras sociedades (lease nuestros colectivos) y su concreción en un contexto de precarización y violencia los coloca como actividades atravesadas por relaciones desiguales de poder. Es decir, si bien los cuidados no son en sí mismos prácticas y relaciones de desigualdad, se convierten en eso en la medida en que se viven en ciertas condiciones de desventaja para determinados grupos sociales -o entre sectores que conforman el grupo-.
Una vez puntualizado lo anterior, precisamos que desde la perspectiva de la economía feminista 1denominamos trabajos de cuidados al conjunto de tareas agrupadas en la categoría de trabajo doméstico: la atención a dependientes, administración de gastos y recursos, reparación y trámites vinculados con el funcionamiento de los colectivos, organización de las tareas y gestión de afectos y conflictos.
Es decir, una ingente cantidad de acciones, saberes, relaciones, esfuerzos vitales y tiempo que se ponen en juego para posibilitar la reproducción de las personas, las unidades domésticas y los procesos colectivos como los de la investigación acción participativa, y que se suman a las otras labores y responsabilidades.
Es importante precisar que los cuidados son prácticas socioculturales, diferenciadas en los distintos territorios y a través del tiempo, que tienen por objeto organizar la reproducción material y simbólica de las unidades domésticas, las comunidades y las personas, a partir de convenciones culturales específicas que se transforman y resignifican constantemente. Es decir, no se ha cuidado de la misma manera a través del tiempo y las actividades de cuidado pueden cambiar de un territorio a otro.
Entendemos que cada una de nosotras vive en sus colectivos los cuidados de forma diferente, sin embargo, sobre las prácticas de cuidado que sostienen los colectivos y los procesos de investigación acción participativa, nos preguntamos cómo se decide en los diferentes colectivos quién o quiénes se hacen cargo de estas tareas de cuidados y cómo se organizan entre los miembros que lo componen. Este cuestionamiento se acompaña de una consideración: En nuestras sociedades capitalistas, patriarcales, racistas y coloniales, prácticamente todas las actividades asociadas con los cuidados, como los cuidados comunitarios y del territorio, los trabajos de cuidados al interior de los colectivos de trabajo y acción social, de la unidad doméstica o los cuidados asalariados, se realizan en condiciones de desigualdad y mayoritariamente por mujeres.
Por ello, cuando nos referimos a la despatriarcalización de los cuidados en la vida cotidiana y en particular en los colectivos de investigación acción participativa con los que colaboramos, estamos sentipensando en la necesidad de un profundo diálogo intercomprensivo para la renuncia a un ejercicio de poder que implique negar o desatender las circunstancias que subordinan a las mujeres o sujetos feminizados a las labores de cuidados. Construir acuerdos para que los trabajos de cuidado no sean obligatorios o sólo preocupación y responsabilidad de las mujeres y los cuerpos feminizados, ni que ello se dé por sentado en la cotidianidad de nuestros colectivos.
Dialogamos también sobre las condiciones que viven las personas cuidadoras, constatamos que son situaciones que obstaculizan la realización de su propio proyecto de vida, educativo y profesional. Los cuidados en algunos casos son un camino de trabajo precarizado, que niega los derechos humanos e impiden realizar otras labores también importantes para el fortalecimiento personal y colectivo de las mujeres. Estas condiciones se replican en otros espacios colectivos, en procesos organizativos, laborales y conllevan las mismas consecuencias.
La corresponsabilidad de los cuidados entonces, también pasa por repensar la jornada laboral de todas y todos. Dedicarse de tiempo completo a un solo trabajo anula la disponibilidad de tiempo para repartir los cuidados; y, cuando sobre las espaldas de las mujeres recae una avalancha de cuidados que se añade a un trabajo remunerado, el resultado es cansancio, agotamiento emocional, dificultad para realizar nuestros propios horizontes de deseo. Reconocimos en estas condiciones una injusticia que nos enoja y pensamos en la urgente necesidad de desorganizar este arreglo patriarcal y capitalista que usufructúa nuestro esfuerzo y energía vital. Al mismo tiempo, reconocimos todos los saberes que hemos aprendido al cuidar de otrxs y de los colectivos, que no estamos proponiendo dejar de hacerlo, pero no queremos ser las únicas; que, las capacidades organizativas gestadas a razón de esta experiencia trascienden el espacio doméstico impactando en los colectivos de los que hacemos parte. Creemos que los desarreglos de los que queremos ser parte, conllevan también otras formas de habitar las organizaciones, los procesos y de expresar lo que nos pasa.
Las expresiones artísticas y su potencia para los cuidados colectivos
Este diálogo sobre los trabajos de cuidados y los cuidados colectivos, además de señalar las tensiones alrededor del hecho de que los cuidados recaen preponderantemente en las mujeres, también evidenció la necesidad y la importancia de expresar los desacuerdos y las necesidades de otras maneras. Afirmamos la importancia de ir tejiendo las coincidencias de los dolores compartidos en la vivencia de las imposiciones y de lo que hemos asumido, para convertirlo en narrativas transformadoras de los mandatos patriarcales, coloniales y hegemónicos; y si éstos han atravesado nuestras cuerpas, afectos, vínculos y formas de pensar, es necesario que estas cuerpas hablen de otras maneras. Si estos mandatos atraviesan las formas en que transformamos nuestra realidad, es necesario buscar otras formas de expresar lo que sentimos y queremos decir. Decidimos en esta ocasión poner el énfasis, sobre la corresponsabilidad de los compañeros que son parte de nuestros colectivos y nuestras luchas.
Para expresarnos de manera distinta a la escritura, decidimos realizar una acción escénica que incluyera la improvisación y que partiera desde lo corporal, individual a lo colectivo; nos importaba que el proceso de realización fuera parte de la reflexión: pensar-nos en cómo queremos decir, cómo comunicar mejor, cómo nos sentimos cada una dentro del todo. De esa manera la creación como proceso posibilitó reflexionar alrededor de cómo lograr acuerdos que nos permitieran unir nuestras individualidades a la hora de poner en acción una escena colectiva. El hecho de plantearnos una manera distinta puso en el centro también, la idea de disfrute y gozo dentro de los procesos de organización colectiva.
Durante los diálogos, hicimos algunos descansos para tomar acuerdos, acerca de cómo imaginábamos la acción escénica y sobre todo, cómo lo haríamos sin palabras y todas juntas. Fuimos experimentando, entre risas y danzas, una secuencia de movimientos individuales y colectivos para que nuestras cuerpas hablaran: para decir que nos sentimos cansadas, y que queremos que más hombres se involucren; que más mujeres digan lo que necesitan en los cuidados colectivos.
Gracias a la diversidad del grupo y a la variedad de ideas, pudimos utilizar la mímica, la expresión teatral y el lenguaje corporal para mostrar la necesidad de unirnos, la fuerza de la red y la importancia de compartir los cuidados. Convertimos lo acordado en movimiento, ayudadas de la improvisación como potencia creativa, e invitamos silenciosa y amorosamente a los compañeros varones a sumarse a la red de brazos y cuerpos para sostener al colectivo. Integrarlos al performance desde la improvisación permitió un efecto disruptor.
Todxs juntxs disfrutamos explorar otros modos de estar, de decir, de generar escucha, de habitar el espacio y de sentir. El performance llevado a la plenaria buscó comunicar al resto de los participantes del encuentro nuestra necesidad, inconformidad y urgencia de poner al centro los cuidados como una tarea de todxs.

A manera de conclusión
Los encuentros humanos en cuyo centro está la diversidad, la riqueza de saberes y haceres, el diálogo constructivo y creativo, permiten descolocarnos de las formas hegemónicas de habitar las colectividades. En este IV Encuentro de Investigación Acción Participativa, el grupo de diálogo de Cuidados Colectivos, nos dimos a la tarea de reflexionar sobre todas aquellas prácticas que sostienen la vida, las luchas y sus procesos, así como a sus posibilidades de existencia y con ello, reflexionar sobre quienes las hacen posible.
Con la consciencia de múltiples feminismos como legado, pudimos traer al pequeño grupo de reflexión y en poco tiempo, reflexiones potentes y formas otras de expresarlas, para llamar al acuerdo. No solo para el reconocimiento y visibilización del trabajo de las mujeres en los cuidados colectivos, sino también para decir “ya basta”, los cuidados colectivos no son tarea y responsabilidad de nosotras, los cuidados son colectivos, o no son.
Nos gustaría que los colectivos de investigación acción participativa observemos, pensemos y hablemos sobre la necesidad de romper con la subordinación de todo tipo, reconocer lo que aportamos las mujeres a los colectivos y solicitar mayor involucramiento de los compañeros; equilibrar cómo nos entregamos a la causa con convicción y llamar a “ponernos la camiseta”, todxs; despatriarcalizar los procesos y los colectivos; dejar de llenar el tiempo con hacer, hacer, hacer; cuidar de nosotrxs mismxs; abrir espacios dialógicos para la resolución de conflictos; hacer pausas para sentipensar las acciones y fortalecer las redes de apoyo mutuo, para transformar a fondo las dinámicas patriarcales y ejercitar la congruencia entre los planteamientos de horizontalidad, colaboración, reflexión-acción reflexión, y de transformación de la investigación acción participativa, a lo interno de la vida de los colectivos.
¡Que los cuidados sean colectivos!
Cauces. Praxis transformadora se ofrece como un espacio creativo, plural y acogedor para la palabra implicada en procesos colectivos de reflexión y acción. La construcción de esta revista responde a la necesidad de no silenciarnos ante injusticias históricas, opresiones cotidianas, violencias simbólicas y concretas que atraviesan relaciones entre humanos, así como entre humanos y la naturaleza. Nos mueve la convicción por la potencia colectiva para comprender críticamente, actuar solidariamente y transformar situaciones de injusticia, fortaleciendo condiciones para el florecimiento de la vida. Desde este intencionar conjunto, nos inspiran la fuerza, fluidez y vivacidad del agua en sus múltiples manifestaciones: ríos, cenotes, manantiales, tormentas, cascadas. Por eso, las secciones de nuestra revista se nombran con estas metáforas, como espacios donde fluyen y confluyen sentipensares experienciales, sean comunitarios, artísticos o científicos, en palabra, voz e imagen. Cauces se suma así a potencias muy diversas para adensar corrientes de transformación.
Celebramos este primer número de Cauces. Praxis transformadora con la confluencia de reflexiones diversas en torno a los retos y potencias de la Investigación Acción Participativa (IAP). La mayoría de las aportaciones aquí publicadas se escribieron colectivamente por miembros de grupos de diálogo del IV Encuentro Internacional de Investigación Acción Participativa (IV EIIAP). Este encuentro se realizó del 21 al 23 de octubre de 2022, en IARA (Iniciativa de Aprendizajes y Reconexiones Agroecológicas), Coatepec, Veracruz, México. Durante tres días intercambiamos experiencias, logros, inquietudes y anhelos bajo una gran lona posicionada al centro del rancho IARA, y en otros varios espacios donde se realizaron talleres y grupos de diálogo. Nuestras conversaciones ocurrían al compartir los deliciosos platillos tradicionales preparados por las compañeras cocineras de comunidades campesinas y durante las compartencias de poesía, cuentos, son jarocho y rap en torno a la fogata, en distintos espacios y momentos del IV EIIAP. Los aportes contenidos en este número dan cuenta de reflexiones que atravesaron el encuentro, con estilos y aprendizajes diversos. Desde luego, agradecemos a sus autores y autoras.
El IV EIIAP, como contexto de surgimiento y coproducción de las narrativas aquí publicadas, estuvo nutrido por: conversatorios sobre IAP y agroecologías, Sentipensares afrodiaspóricos, IAP y la defensa de territorios; proyecciones del Festival Itinerante de Cine Comunitario (FICCTerra); el teatro espontaneo del Colectivo Artes de Participación; y un conmovedor homenaje a Libertad Hernández Landa, pionera de la IAP en México, brutalmente asesinada en 1998 mientras trabajaba en pro de las niñas y mujeres en Veracruz. Para seguir honrando y visibilizando el trabajo de Libertad, iniciamos este número de Cauces con su semblanza y relatos de dos de sus colaboradorxs: Benno Keijzer y Norma Loeza. Junto a estos escritos, está nuestro posicionamiento respecto a la desaparición forzada de Ricardo Lagunes y Antonio Díaz. Estas tres personas, Libertad, Ricardo y Antonio, han sido víctimas de la desmesurada violencia que se inflige impunemente a defensoras y defensores de los derechos humanos y los territorios.
En la sección Cenotes de afectos de este número inaugural, contamos con contribuciones poéticas y una pieza musical desde la tradición veracruzana del son jarocho. En el apartado Manantiales reflexivos nos encontramos con sentipensares diversos que ponen al centro experiencias de cine comunitario y del mismo FICCTerra, de las artes en la IAP, de tensiones y transformaciones, justicia epistémica y cuidados colectivos. Las recetas, saberes y sabores presentes en los platillos disfrutados durante el IV EIIAP son descritos en la sección Cascadas creativas, desde la escritura colaborativa con la Cooperativa Manos Mágicas, Cocina de la Milpa y Centro Comunitario de Tradiciones, Oficios y Saberes de Chiltoyac. La última sección, Fluires, aborda una experiencia de cartografía social realizada durante el IV EIIAP.
Finalmente, celebramos la revista Cauces como un importante logro del Grupo de Investigación Acción Socioecológica (GIASE), un colectivo de personas que nos hemos unido para aprender e investigar colaborativamente, creando procesos solidarios en la academia y en alianza con comunidades y organizaciones civiles que trabajan por la justicia social y ambiental. Agradecemos afectuosamente a todas las personas que han donado su tiempo y creatividad a la realización de esta revista y número, muy especialmente a Karime León Sánchez, Alejandra Guzmán Luna, Mercedes Cabrera, Nora Samayoa, Pamela Ruiz, Karla Olvera, Karo Carvajal, Danna Fernández Peredo, Natalia Alonzo Romero Lanning. Cauces. Praxis transformadora inicia su ciclo de vida cuando GIASE conmemora diez años de existencia ¡Que sigan fluyendo nuevos números, reflexiones y acciones transformadoras!